El estado y el rico

Day 856, 05:16 Published in Paraguay Paraguay by XxMaNuxX
Uno de los dogmas marxistas más difíciles de desterrar, es el aspecto despectivo de que las empresas grandes se devoran a las chicas. Esta premisa fija la atención en los oferentes antes que en los consumidores, cuando se ha visto que, es justamente el consumidor quien decide quién se queda en el mercado.

Sin demanda no hay oferta que perdure. Ese razonamiento erróneo del marxismo dio nacimiento a una persecución Dioclesiana en contra de quienes comenzaban a enriquecerse a través de la empresa por excelencia: el comercio.

Colaboraría también notablemente para calificar a los empresarios poco más que parásitos, el famoso dogma de montaigne.

Este sostenía, que si se obtenía un determinado producto a 10 y se vendía a 11, alguien en algún lugar estaba siendo estafado 1.

Fourier, por su lado, sentenciaba que el comercio era la fuente de todos los males y el rico el producto más perverso de ese sistema.

Estos razonamientos poco razonables, no obedecían a un pensamiento científico, sino a una irascibilidad hacia los que lograban el éxito.

Es importante la aclaración, porque todos estos fundamentos y la de otros miles con igual pensamiento, constituyen el pilar fundamental del marxismo, que a todas luces, muchos intentan dar viso científico.

Los ataques estaban apuntados esencialmente a los que comenzaban a enriquecerse a través del comercio, en donde los actores no necesitaban devorar libros enteros para prosperar.

La arrogancia de los intelectuales, que tenían que buscar mecenas para apenas sobrevivir, comenzaría este ataque inmisericorde hacia esos nuevos ricos, dejando una nefasta impronta aun hasta nuestros días.

Hoy se tiene todo tipo de legislaciones que, inspirados en esos terribles dogmas, hasta penalizan el enriquecimiento, ya sea con impuestos, trabas, aranceles, extorsión, insultos y hasta con la mismísima legislación penal. Es decir, uno puede ir hasta a la cárcel si no puede justificar sus ingresos, pues se los tiene por delincuentes, cuando la carga de la prueba en materia penal, es para quien acusa.

El hecho de la justificación es una práctica totalitarista de control, pues en el derecho, para que exista una sanción, debe existir un agravio, por lo que el simple hecho de ser rico no debería ser penado a menos que se haya agraviado a alguien con alguna conducta.

Decir enriquecimiento ilícito, es lo mismo que decir inmoral, es decir, es un concepto muy elástico, prohibido en materia penal.

La carta política de 1940, contemplaba esta filosofía y los ricos, discriminados en una clase, estaban condenados a pagar muy caro su existencia.

La miopía interesada, desconocía un hecho fundamental en su afán de centrar toda su atención al sujeto enriquecido; que tras enriquecerse este, dotaba de prosperidad a su entorno, aun sin proponérselo.

Abastecimiento de productos a medida que la gente más necesitaba, trabajo a los menesterosos, ingresos al estado, disminución de la delincuencia, especialmente los de tinte patrimonial, como el robo.

Superación de los suicidios por depresión a causa de la economía, pues se generaba ingresos y la ocupación acaparaba la atención del sujeto entre otros muchos beneficios.

En síntesis, esta nueva forma de vida, que poco a poco iba sacando a los pobres de la miseria espantosa, increíblemente sería condenada con el nombre peyorativo de capitalismo, en donde el capitalista era el más denostado.

Los ataques no cesan aun hoy que está totalmente probado lo que Marx negaba, aunque los calificativos como el de Fourier no son ya tan escuchados, salvo en la boca de algunos fanáticos.

Sin embargo, esos ataques han mutado y usan un lenguaje más sofisticado, pero con idénticas intenciones.

Así tenemos a los “analistas” que condenan el consumismo sosteniendo que los capitalistas con tal de vender, ofrecen de todo. Lo que no reparan es que el “consumismo” es simplemente una respuesta hacia lo que la gente pide.

Y aunque ningún mercado admite lo que no es demandado, increíblemente cada vez hay más incautos, que condenan el consumismo, mientras no se ahorra insultos si no encuentra un producto que quiere consumir o peor aun cuando quiere vender uno.

El dejo totalitarista indica a estos, las ansias de controlar lo que la gente quiere consumir, constituyéndose en jueces de lo que es moral o no. Y aunque podríamos explayarnos más en motivos particulares, estos son los fundamentos que condenaron al Paraguay hasta nuestros días, al estancamiento y a la mediocridad.

El poder de turno hizo, como ocurrió en todas las épocas, que una legión de pensadores, periodistas, políticos entre otros, sostuvieran como moral y bueno, dogmas tan terribles que cuesta creerlos al analizarlos mínimamente.

Todo para dar paso y sostener a ese poder que confieren los monopolios, el control de precios y otros tantos que se consignan en ese terrible artículo 15 de la carta fascista de 1940 que por cierto ya ha hecho metástasis. Es hora de despertar.

Hugo Vera Ojeda.

Me parecio interesante compartir este texto con ustedes pues Quiero saber que opinan...