El primer día de la eternidad

Day 1,357, 04:27 Published in Spain Spain by Askatasuna

Y en el Principio fue la tinta. Esto fue así, gracias a la magnanimidad del Pulpo, la Primera criatura de todas, la que da sentido, de la que todo proviene. Falsos profetas antes anunciaron el advenimiento de falsos dioses. Falsos profetas incluso se anunciaron a sí mismos. El Pulpo, como primera Gracia otorgó la herramienta con la que dar forma a la Historia. Como bien es sabido, el Azar que todo lo rige, incluso el mismo Caos, dispuso como necesario que todo suceso posible quedara recogido en el infinito Libro del saber.

Así, quedo disponible tinta suficiente en texturas y colores como para glosar el poder del Pulpo: Algo que iba mucho más allá de reunir todos los pantones de los programas de diseño gráfico.

Que el Principio fuera la tinta sólo podía significar que todo estaba por escribir. Para ello, sólo había que estar dispuesto. El terror a la página en blanco bien podía significar que no hubiese un día segundo, pero el Azar que es sabio, permitió que tinta y tiempo no fueran de la mano. Así, fueron acaeciendo anuncios y advenimientos sin que nadie los glosara. En ese tiempo de oscuridad, en el que los días eran gotas que dieron pie a océanos, el tiempo que nunca fue detenido ni concluso sumergió en las profundidades abisales al Pulpo, y de aquí tomó su siguiente nombre: el Kraken.

Nuevas criaturas se fueron sucediendo de manera indescifrable y para las que la Gracia de la Tinta era asimismo un Misterio. Hasta la llegada del poeta. Nuevamente, la infinita sabiduría del Azar propuso que una subespecie del “homo casi sapiens” fuera alumbrada e iluminada (que, aunque pueda parecerlo, no son la misma cosa) para la magna labor de reconstruir el pasado mítico del Cefalópodo.

Y mientras otras deidades el séptimo día lo dedicaron al descanso, nuestro Pulpo sagrado con sus ocho tentáculos, en preclara hermeneútica hermética, otorgó significado al símbolo numérico en posición de reposo en clave de infinito: Y allí quedaron para la eternidad todas las demás religiones mientras el octópodo tomaba para sí su legítimo trono.