Una historia por partes. Parte 11 Laura

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Parte1 Un futuro posible

Parte 2 El elegido.

Parte 3 El infiltrado

Parte 4Un nuevo mundo

Parte 5 En las sombrax

Parte 6 Galiza existe

Parte 7 Tierra de mujeres

Parte 8 El regalo

Parte 9 Cuestión de gold

Parte 10 Campo de Concentración



Parte 11 Laura

Laurapg estaba como perdida, casi desde el principio pensé en las drogas, pero todos me aseguraron que imposible, que cuanto pagarían por un canutillo, pero que el juego no lo permitía de ninguna forma. Hasta Amnarod negó la posibilidad en un mp. Entonces tenía que ser que estaba enferma, pero allí no había hospital, estábamos en medio de la nada. Algunos se iban a nueva York y con ellos me fui, llevándome a Laurapg casi a rastras, aunque más por la falta de fuerzas que por resistencia por su parte.

Mientras los demás hacían turismo, yo me la llevé al hospital. Me pusieron un poco de trabas por la nacionalidad, pero les expliqué que yo no tenía la culpa de que nos hubieran dejado a la buena de dios, por suerte zafaba con el inglés. Me informaron que sufría desnutrición y deshidratación, gasté parte del gold en paquetes de vitalidad para ese y los días siguientes y poco a poco fue recuperando el color de su cara, aunque un día no sería suficiente.

Cuando llegó la hora de las visitas me echaron fuera, no era pariente así que no podía quedarme más tiempo por aquel día. Me encontré fuera del hospital, más solo que en ningún momento desde que estaba allí dentro de aquel puto juego, pero era lo que había. Los americanos habían hecho un país casi de verdad, cada barrio era una de sus grandes ciudades, con sus edificios emblemáticos en un par de manzanas. Era un lugar impresionante. Las divisiones de estados era por barrios y no físicas y su parte económica muy fuerte. El cambio no era favorable, pero tenía mucha hambre y aquella hamburguesa me supo casi a ternera gallega aunque no tuviera nada que ver y me saliese en un puñado de gold.

Había tiendas enormes y daba gana de llevar tu almacén lleno para siempre, pero me controlé, pues no sabía que podía hacerle falta a Laura y estar en un país extraño sin recursos no debía ser fácil. Pensando en esto me anoté en una oferta de trabajo y eso hice, aunque fuese casi de noche, al menos me ayudaba a no pensar, poco después hasta luché a favor de Galicia en una revuelta que se había abierto, pero aunque se recuperase mi tierra, tendría que permanecer un par de días más allí, hasta poder despedirme.

La mañana siguiente Laura tenía mejor cara, algunos habían venido a despedirse ya que la revuelta había vencido y aunque ella no los conocía de nada, se despidió muy amablemente. No tenía ganas de hablar y cuando comenzaba a hacerlo yo, ponía sus dedos suavemente sobre mis labios como para que no emitiese ruido alguno, así que decidí dejarla descansar. Era como un ser celestial, exigiendo dulcemente que la dejasen descansar. Me fui a trabajar y después a hacer turismo. El metropolitan me impresionó, menos el Moma y el Gughenhein. Las cacas de caballos de Central park eran realistas hasta en su olor característico, el Bronx, Queens, Chinatown, Little Italy, Staten Island, todos eran lugares más pequeños que la realidad pero muy reconocibles. De todos modos yo estaba deshecho, casi dos noches sin dormir y debía buscar donde hacerlo, me metí en el Milford Plaza, un hotelucho de tres al cuarto y aunque mis vecinos de al lado no paraban de gemir y hacer ruiditos, al poco tiempo a mi me daba exactamente igual lo que hicieran porque estaba durmiendo profundamente.

Al día siguiente volví al hospital, si que estaba mucho mejor la paciente, hasta se animó a dar un pequeño paseo, pensé que era el momento de explicarle la situación y lo hice lo mejor que pude, me miró con sus ojos y tono casi angelical, con una mezcla de entre melancolía y tristeza, pero no entendí que quería decirme. Seguí narrándole mis peripecias mientras la buscaba y se rió mucho de las cosas divertidas que me habían ocurrido, ilusionó sus ojos al hablarle de nuestra antigua empresa, de Provigo, Galiza2, era un ser muy dulce. Me preguntó por su hija y su marido, sin poder evitar derramar algunas lágrimas. Vi que todavía no estaba preparada para contarme nada y al fin y al cabo yo no podía despedirme del curre hasta el día siguiente, así que decidí esperar. Al final era igual un día más o menos y a mi aquella experiencia me estaba gustando.


Proximo capítulo Parte 12 La verdadera historia



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