Hoy me ha apetecía escribir...

Day 604, 09:01 Published in Spain Spain by Siko Mojt

Colgan Ertin avanzó con su Q1 hacía la siguiente cobertura. La columna blindada indonesia paso de largo ignorándole mientras continuaba destruyendo todo lo que encontraba a su paso.

- Los indonesios están en el campo de batalla, repito, los indonesios están en el campo de batalla.- dijo en su comunicador. Esperaba no haber salido del radio de alcance del Alto Mando y rezó a Varnish para que su aviso llegará a buenas manos.

- Recibido, Ertin. ¿Situación?- Gritó una voz en su oído. La estática era muy fuerte, y apenas entendía las palabras.

- Todo mi pelotón ha caído, General. Toda la jodida línea ha caído. Estoy solo y enemigo me ha sobrepasado.-

Hacía dos horas que el ataque había sido ordenado.
En un primer momento, la línea enemiga había retrocedido y los soldados eEspañoles habían avanzado por el campo de batalla recuperando el terreno perdido. Pero la llegada de la división de tanques indonesios había devuelto el ímpetu a las tropas de PEACE. Aún manteniéndose en retaguardia, su mera presencia hizo que la infantería enemiga redoblara sus esfuerzos, parando el avance eEspañol, y finalmente, los tanques habían pasado por encima de los supervivientes. Había sido una matanza.

Pero Colgan Ertin era un soldado. Había visto caer naciones enteras, a camaradas y a amigos ante sus ojos, ya cansados. Una vez más una vez menos no eran importantes. Los sentimientos se habían diluido en la lluvia con la sangre de los caídos. Ese pensamiento le recordó la herida que sangraba en su costado. Algún disparo perdido en la carga enemiga había ido a parar justo encima de su cadera. Abrió su mochila, deseando que le quedara algún wellness pack, pero tuvo que hacerse un apaño con una camisa sucia, tratando de cortar la hemorragia. Lo más probable es que la herida se infectara. Claro que tampoco esperaba seguir con vida mucho tiempo.

Se levantó con un gesto de dolor apoyado en el arma y miro a su alrededor. La devastación era absoluta. Siempre pasaba lo mismo en aquella inacabable guerra. Ya fueran campos helados, verdes praderas, ciudades llenas de gente…el paso de PEACE solo dejaba muerte. No deseaban construir, no deseaban crear. Su único objetivo era la conquista, la guerra por el placer de la guerra. Detenerles era algo que toda las fibras de su ser le pedirían a cualquier ciudadano del Nuevo Mundo; acabar con toda aquella sinrazón había llevado a Colgan y a otros miles a empuñar un arma y lanzarse, parecía que en vano, contra su imparable avance.

Pero cambiarían el mundo. Colgan Ertin lo sabía. Sabía que podían terminar aquella guerra. Que podían vencer.

La vista se le nubló y las rodillas le fallaron. Con la caída, el dolor reapareció, estallando desde su herida hacía el resto del cuerpo. Ahogó un grito. No podía caer allí, no podía caer así. Por pura fuerza de voluntad, el soldado Ertin volvió a levantarse empuñando su arma. El humo de los tanques se perdía ya a lo lejos, y él empezó a seguirlo. Los pararía aunque fuera con sus propias manos.

Ganarían esa guerra.