Compartir la travesía

Day 971, 13:43 Published in Spain Spain by Jesser
Cual locos marinos nos vemos embarcados en una nueva travesía hacia lo desconocido, velas hinchadas por el viento que nos empujan hacia el horizonte lejano. Lugar donde en el alba de un nuevo día despuntan rayos de luz mezclados con la bruma matutina.

Nuestra desvencijada nave, calafateada con parches una y otra vez rematados, con vías de agua achicadas desde cubierta por los grumetes recién embarcados, sigue rumbo marcado por los vaivenes del destino, rosa de los vientos que nos muestra todos los posibles una y otra vez.

Cuando el sol del mediodía deja un mundo sin sombras, nubes de tormenta le cubren y mar embravecida nos reta en nuestra ruta, recojamos velas, atemos cabos, proa al viento y timonel firme que nos guie.

Buscando puerto seguro recordamos nuestro lugar de partida, allá donde reinaba la calma y no había espacio para las sorpresas, donde las calles eran conocidas y las tabernas tan nuestras, puerto abandonado por promesas de falsas riquezas.

Crujen las maderas, la mar inunda la cubierta, cascara de nuez que se balancea al compas del oleaje, marineros que se aferran a las cornamusas como sogas de aparejos. El capitán observa la bitácora y menea la cabeza, ¿Cuál será el nuevo rumbo?.

Doce días de incertidumbre se han sumado ya a nuestro calendario, doce días que marcaran un antes y un después, por la borda sin balsa que les recoja saltaron algunos, en botes se fueron otros y la tripulación ve menguado su número, el desanimo pesa, ya no valen falsas promesas.

Clarea el cielo, de gris plomo a gris cenizo y a lo lejos azul. Vida nos queda, felicidad no mucha, bolsillos vacios, poco beneficio, mucho esfuerzo para tan poco botín. Nudos de diamante aseguraron el cigarrón, llego el momento de vaciarlo y brindar por un nuevo son.

A lo lejos ya aparece la ansiada tierra llena de riquezas y placeres, donde disfrutaremos como en lupanar abierto. Cantos de sirenas dirigen a nuestro timonel, y mirando por la borda auscultamos los horizontes ansiosos por verlas.

Arrecifes de coral nos trazan ahora el camino, mar tranquila, en calma chicha los vientos y la desidia y el aburrimiento son nuestra compañía. Unos duermen otros ensueñan y todos a la espera de un nuevo día.

Travesía inacabada, con tesoros escondidos, sin mapa que nos lo indique la búsqueda se hace eterna, todos esperamos cofres repletos de riquezas, pero dicen las malas lenguas que en vez de eso, tan solo pobreza.

Triste destino el del marinero embarcado con afán de triunfo en un navío inacabado y sin ningún destino. Tal vez por eso yo me conformo con compartir parte del camino, con aquellos que sin tesoros ni riquezas hacen de este viaje una grata experiencia.

Jesser