El misterio del wifi embrujado

Day 2,483, 02:18 Published in Spain Cuba by Soviet Tossal

Largo y aburrido se presentaba el viaje que, con un motivo más bien distinto del real, me disponía a realizar o más bien, se disponía a realizar mi padre en la tartana familiar hasta el norte del Desierto.

Digo distinto el motivo porque mi padre buscaba, al menos oficialmente, volver a ver a su familia, primos y tíos lejanos y no tanto que permanecen habitando las viejas calles de Velez-canoso y Velez-tintado, quizás alguno por el pueblo de Marijuana del que noticia alguna tenía y que era curiosamente mi objetivo por sus magníficos embutidos.

Salimos ya más bien tarde y no fue mucha la distancia hasta las primeras retenciones, típicas del litoral levantino en las tardes y noches del inicio y fin de los meses de verano. Así pasaban las horas hasta que llegamos a la región panoxa y sus sofocantes tropecientos grados. Nada más terrorífico para mí hubiere sido el pararse definitivamente el motor en esos momentos, en la calurosa y sospechosamente olorosa huerta del levante, pero no es ese el motivo de mi relato.

Avanzado ya el viaje y traspasados las lindes de la paciencia de mi padre, decide este emprender un camino alternativo a través de carreteras murcianas para abordar nuestro objetivo desde el norte ¡maldito el momento en que tomamos un desvío en Toplana! ¡Maldita sean las risas que nos provocó el paso por La Paquita y Zarcilla de Pinchos, y las desastrosas indicaciones de sus gentes con sus extraños hablares! Malditas mil veces la albóndigas que comimos en los royos y que nos llevaron al lugar más peliguado del planeta, Manchadico.

Necesitados de una limpieza interna (incluido el coche) nos detuvimos en este pueblo abandonado en la linde entre Ohúlandia y Panoxa (más bien se caló el viejo Fiat Tempra, en desguace descanse) y tras comprobar que estaba totalmente desierto decidimos meternos cada uno en una casa diferente, y entre los escombros con menos matorrales que pudimos encontrar, tuvimos a bien hacer nuestras necesidades sin tener en cuenta algo muy importante.

Ese momento todos lo hemos vivido, ese momento en que miras a donde debería haber un rollo de papel y solo hay un trozo de cartón con una irrisoria cantidad de papel a él pegada. Y todos hemos vivido ese momento todavía más terrorífico en que te das cuenta que no has entrado al eRepublik y que vas a perder la posibilidad de avanzar levemente en tu crecimiento de fuerza y economía, al contrario que las albóndigas que habían salido a la velocidad a la que crece un visero.

Ambas cuestiones estaban aliadas, en un alarde de frikismo recordé una de la reglas fundamentales de la informática (3. si no lo sabes tú, lo tiene que saber san google) pero por desgracia no tenía cobertura. Eso me recordaba la primera regla (sal y vuelve a entrar) así que me subí los pantalones hasta el incio de los muslos y con un extraño contoneo salí de la casucha en ruina y volví a entrar con un fantástico resultado.

Seguía sin tener datos, pero había wifi ¿cómo podía ser? ¡Estaba en el culo del mundo! Estaba en un pueblo de dos calles abandonado, salvo por un rebaño de ovejas que trameaban entre ellas por el IRC… ¡pues claro! Las ovejas no pueden vivir sin wifi y sin ningún pastor a quien engancharse se habían contratado uno propio.

No obstante aún quedaban muchas incógnitas respecto al wifi que trataría de solucionar más tarde, ahora tenía que averiguar cómo limpiarme el trasero y acabar con la más que posible irritación que estaba ya iniciando su propagación, y lo todavía más importante: trabajar en mis empresas, pero por desgracia la señal del wifi era muy débil, y mi móvil decidía sin que yo le dijese nada al respecto, evitar conexiones temporalmente deficientes.

Me vi obligado a pensar, tarde poco en darme cuenta de que tenía una mata verde al lado, no tenía muchos conocimientos de botánica y era de noche así que decidí arrancar una hoja sin reparar en que era una ortiga, que para postre no liberó su ácido hasta entrar en contacto con mis nalgas desnudas.

Después de limpiarme por completo (con otro tipo de hoja por supuesto) decidí buscar a mi padre y mi hermana, no tarde mucho en encontrar a mi hermana, cuyo rollo de papel higiénico tenía algo más que cartón, pero mi padre probablemente no había tenido esa suerte, ni mi padre ni el coche que tampoco había vuelto de realizar sus necesidades.

Con todo esto la situación era realmente dramática, mi hermana estaba histérica ¡ella tampoco había trabajado en sus empresas! Además me dijo que con la medalla del trabajador iba a poder aprovecharse del descuento para trainings, asique relegamos la búsqueda de mi padre y el fiat en pos de encontrar la procedencia del wifi.

No caminamos mucho, simplemente retrocedimos hasta encontrar a las ovejas las cuales no nos hicieron caso alguno hasta que se dieron cuenta de que tampoco tenían señal y empezarona caerse en cadena del IRC -¡beee!- decía la una -¡bah!- decía la otra -¡Pascuala avisa a las cabras que le suelten una coz al router anda- sentenció una a lo lejos. Pero las cabras tampoco sabían o querían solucionarlo, y no se veía minino alguno, de modo que tuvieron que berrear a un técnico, que apareció en el lugar en lo que tarda en comprarse un billete en el eMercado.

El técnico cabeceó negativamente repetidas veces y finalmente concretó el problema - ¡Esto está hecho un solar pijo! ¡Tenéis un capazo cables aquí tirados huerta “pa” arriba, huerta abajo! ¿y por qué se iluminan más luces de las que tiene el router? ¡Acho que son luciérnagas! ¿tenéis enchufado el cacharro? Si no lo enciende no va, ni ahora ni luego a luego- Y aquí las cabras y ovejas se quedaron extrañadas, porque nunca jamás habían tenido corriente eléctrica.

¿De dónde venía entonces la señal? ¿Era un pájaro? ¿Un avión? ¿WiMax Rural? Al final resultó ser algo más sencillo- ¿Si no lo habíais encendido nunca como os iba a ir el internet zagalas? – a lo que una oveja, ni corta ni perezosa contestó, y parte de este misterio zanjó – Pos más bien iba poco, esto de chatear y tramear es sobretodo postureo – y así el técnico dio por finalizados sus servicios, aunque no cobró por que las ovejas no querían pagarle después de haber dejado el router como estaba, apagado.

Nuevamente la pregunta se repite ¿habría alucinado por algún extraño condimento panoxo? En absoluto, mi padre estaba reparando el fiat cuando descubrió que tenía internet ¡y un doble Compact Disk de los chichos! Aunque la conexión máxima era de un mega por segundo y a esas velocidades el eRepublik no cargaba ni en sueños.

Seguimos el camino y finalmente llegamos a nuestro destino, el jamón estaba de muerte, el wifi apagado, y el rollo de papel higiénico colgado y en su sitio.