Somos código II

Day 2,483, 11:11 Published in Spain Germany by selenios

Viene de Somos Código


Ella sonríe con satisfacción. Pensaba que terminar aquella misión habría resultado más difícil, pero su personaje, Lilith CortejaCuervos, había conseguido destruir por completo la identidad de otro personaje con inusitada facilidad. Allí donde a otros les había llevado meses triunfar, ella lo había logrado en un abrir y cerrar de ojos. Mentiría si no reconociera que había sentido cierto placer al ver como la “vida” de Sel se desmoronaba, su rostro quebrado era conmovedor. Lástima que el tiempo permitido para la misión hubiera sido tan escaso. De lo contrario, hubiera disfrutado el triple viendo sufrir a aquel pequeño ser insignificante, a aquella personalidad residual.

Su Whatsapp suena. ¡Es él! Su amante anónimo. En realidad nunca se han visto cara a cara, pero sí han pasado multitud de horas juntos en la distancia, contándose sus problemas, sus alegrías y sus miedos, abriéndose el uno al otro como jamás lo ha hecho con ningún otro hombre o mujer. Noches de insomnio saturadas de pensamientos hacia él, de deseos hacia el calor de sus manos, de fantasías nocturnas en las que él se convertía a veces en su amo, a veces en su esclavo.

La conversación es inusualmente rápida. Él parece extrañamente agitado, cuando siempre se ha comportado de una manera calmada, reflexiva, incluso hasta hacerle perder los nervios. Aquella novedad la excita aún más. De las habituales convenciones sociales, pasan a temas más íntimos, más acalorados. Después de una veintena de frases, su sexo palpita descontroladamente. Ella quiere más, la bestia que dormía en su interior se ha despertado con un Hambre voraz. No quiere más noches de pasión en lejanía, de caricias imaginadas y del frío de su cama vacía.

Jamás le ha importado tomar la iniciativa, tomar lo que desea y a él lo lleva deseando fervientemente demasiado tiempo.



Solo le da tiempo a arreglarse un poco el pelo y ponerse un vestido ceñido, nada de ropa interior, esa noche no la va a necesitar. Su móvil vuelve a sonar anunciando la llegada de su amante. Ella baja las escaleras de dos en dos, presa de una agitación largamente contenida y que ahora se desboca, con toda la furia del deseo humano. Nada más verse, él se abalanza sobre su boca. Comparten sus lenguas, sus manos, su calor, el mismo roce de sus cuerpos le parece orgásmico.

> pregunta ella.

>

Nada más entrar en la casa del hombre, éste la levanta y empotra contra la pared, devorando sus labios de nuevo. Ella nota como su sexo desnudo roza contra los pantalones de él. Por un momento, su mente es consciente que la parte baja del vestido está ya empapada y que pronto lo estarán también los pantalones del hombre.

Él la lleva a pulso hasta su habitación, sus brazos parecen de acero templado y su pecho de mármol tallado. Hay una cama mayúscula de sábanas blancas e incólumes. Le encanta sentir el peso del cuerpo del hombre encima del suyo. De pronto, siente como unas esposas se ciñen sobre sus muñecas. Él la mira como requiriendo de su aprobación. El semblante casi maníaco de su rostro responde por ella. Él une las esposas al cabezal de la cama, luego abre las piernas de la mujer y con dos cintas de una tela suave pero resistente, las ata a la parte inferior.



> pregunta él con tono libidinoso.

> dice ella marcando con énfasis cada una de sus palabras.

Él le ciñe un collar de cuero y puntas metálicas al cuello, después lo traba también al cabecero de la cama.

Una vez atada, él se retira inesperadamente. La mira con frialdad durante segundos que parecen horas. Ella percibe al instante que la pasión sexual ha desaparecido, ya solo queda una frialdad… psicótica, sádica, demente.

Él abandona la habitación y regresa al cabo de pocos minutos arrastrando una pequeña mesita con ruedas. Al entrar, la sorprende debatiéndose frenéticamente contra sus ataduras. A pesar del corto lapso de tiempo, sus muñecas y cuello sangran por diferentes heridas.

>

Ella mira la mesita y ve con horror una jeringuilla, gasas, hilo de coser y aguja, un afiliado bisturí y una bandeja plateada con una diminuta bolsa en su centro. Parece haber algo en el interior de la bolsa, pues esta se contorsiona espasmódicamente.

> su voz suena alterada pero no ha perdido el control de sí misma. Todavía.

>

Hubo una pausa. El silencio parecía haberse materializado y ser palpable en el ambiente. El rostro de la mujer había palidecido como si la sangre hubiera dejado de circular por él largo tiempo atrás.

>

Ella contempla con horror como el hombre introduce la aguja de la jeringuilla en un pequeño frasco y se acercaba hacia la cama.

> dice ella sollozando.

>

>

> –su tono muestra su decepción.

Ella despierta libre de ataduras. La casa está vacía y la puerta abierta. Coge un taxi directamente al hospital más cercano. Narra lo sucedido en recepción y rápidamente le programan una revisión. No hay indicios de agresión sexual, ni tampoco la ecografía muestra nada en su útero, pero la bolsa era tan diminuta que puede pasar desapercibida, o tal vez aquel loco hubiera alojado la bolsa en cualquier otra parte de su cuerpo. La cicatriz de su abdomen no miente.

LOS NOTO DENTRO. AGITÁNDOSE EN MI INTERIOR >> grita

La doctora le pregunta si desea recibir atención psiquiátrica. Ella se siente insultada. ¡La están tomando por loca!

La idea de arañas corriendo por sus entrañas, devorándola por dentro, inunda su mente. Puede sentir como los huevos han eclosionado por fin y las arañas danzan en su interior, dándose un festín con sus entrañas. Las nota físicamente, cree ver en el espejo de su lavabo movimiento en su abdomen, cerca de la herida.



Desesperada, coge un cuchillo y suelta los puntos de su abdomen. A pesar del dolor, comienza a buscar con la punta de sus dedos.


-Felicidades –dice el mismo Admin con el que Selenios había hablado en la cafetería de Erepublik –Has completado la misión. Has conseguido que una entidad de este universo se quite la vida por propia decisión. Es algo que pocos han logrado.

El hombre no mostró sonrisa alguna, aún sentía pesar por la pérdida de su Lemming. La muerte de la mujer solo era una misión más. Eso era pasado. Él ya pensaba en la siguiente.